El 11 de Marzo de 1907, flotó en un cuarto de hora de fama el nombre del doctor Duncan MacDougall. La razón posaba en su dedicada obstinación por demostrar que al fallecer se pierden 21 gramos de peso. El experimento incluso fue replicado en perros, y el resultado no fue diferente. Con la genialidad que caracteriza a la ciencia de la transición (la que aún está dotada de visos mágicos, como el experimento de Tesla), el Doctod MacDougall dedujo que estos 21 gramos equivaldrían al peso del Alma. Por supuesto el poder de atracción (mórbida) de una deducción fantástica a través de supuestos métodos científicos, les asegura a sus autores y promotores, un cuarto de hora de fama (no es si no seguirle los pasos a Discovery Channel con el cuento del 2012 y la vaina del pobre Michel Nostradamus, que ni siquiera pudo haber escrito o dibujado algo para los años en que se determinó que esto debió haberse dibujado – o mejor aún, el caso del evangelio de Judas, cuando un pobre seguidor de Cristo no pudo haber aprendido a leer y escribir en una época en que eso equivalía a conocer la luna).
El New York Times que en esos tiempos ya era experto en olfatear temas para su buen provecho y haber económico, fumigó a los gringos con esta oleada de ciencia de la Teología. Si, Teología, porque para nosotros los que no creemos en explicaciones mágicas de la realidad, pero tampoco en los exacerbados, mórbidos y económicamente viables discursos de la ciencia (Ver Al Gore y las multinacionales del concepto de la Ecología) no se nos ocurriría considerar un discurso demostrable por métodos cuantitativos para demostrar la existencia de Dios, por ejemplo.
En todo caso una buena utilización del concepto fue la que le atravesó en el pecho a Hollywod un cineasta y un guionista Mexicano, con una de las obras maestras del cine contemporáneo. Y se llamó así: 21 Gramos, discurso con el que su protagonista termina recitando al borde de su segunda muerte: ¿Cuántas vidas vivimos? ¿Cuántas veces morimos? Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte. Todos. ¿Cuánto cabe en 21 gramos? ¿Cuánto se pierde? ¿Cuánto se va con ellos? ¿Cuánto se gana? 21 gramos: el peso de cinco monedas de cinco centavos, el peso de un colibrí, de una chocolatina… ¿Cuánto pesan 21 gramos?.
La pregunta es realmente, en que invertimos esos 21 gramos durante 75 años (promedio) de espera a la muerte. Yo considero que la vida ciertamente son los nueve acogedores meses en el vientre, el resto es sólo el abrebocas de la muerte, en el que invertimos 21 gramos de vida para salir lo mejor librados posible de una muerte temprana, nefasta, catastrófica o miserable. Esa búsqueda constante de la vida, la acogedora vida del vientre, en ella ganamos 21 gramos de vida.