miércoles, 22 de diciembre de 2010

la ciencia de la trancisión.

                                     William Blake, Unión de alma y cuerpo.

El 11 de Marzo de 1907, flotó en un cuarto de hora de fama el nombre del doctor Duncan MacDougall. La razón posaba en su dedicada obstinación por demostrar que al fallecer se pierden 21 gramos de peso. El experimento incluso fue replicado en perros, y el resultado no fue diferente. Con la genialidad que caracteriza a la ciencia de la transición (la que aún está dotada de visos mágicos, como el experimento de Tesla), el Doctod MacDougall dedujo que estos 21 gramos equivaldrían al peso del Alma. Por supuesto el poder de atracción (mórbida) de una deducción fantástica a través de supuestos métodos científicos, les asegura a sus autores y promotores, un cuarto de hora de fama (no es si no seguirle los pasos a Discovery Channel con el cuento del 2012 y la vaina del pobre Michel Nostradamus, que ni siquiera pudo haber escrito o dibujado algo para los años en que se determinó que esto debió haberse dibujado – o mejor aún, el caso del evangelio de Judas, cuando un pobre seguidor de Cristo no pudo haber aprendido a leer y escribir en una época en que eso equivalía a conocer la luna).

El New York Times que en esos tiempos ya era experto en olfatear temas para su buen provecho y haber económico, fumigó a los gringos con esta oleada de ciencia de la Teología. Si, Teología, porque para nosotros los que no creemos en explicaciones mágicas de la realidad, pero tampoco en los exacerbados, mórbidos y económicamente viables discursos de la ciencia (Ver Al Gore y las multinacionales del concepto de la Ecología) no se nos ocurriría considerar un discurso demostrable por métodos cuantitativos para demostrar la existencia de Dios, por ejemplo.

En todo caso una buena utilización del concepto fue la que le atravesó en el pecho a Hollywod un cineasta y un guionista Mexicano, con una de las obras maestras del cine contemporáneo. Y se llamó así: 21 Gramos, discurso con el que su protagonista termina recitando al borde de su segunda muerte: ¿Cuántas vidas vivimos? ¿Cuántas veces morimos? Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte. Todos. ¿Cuánto cabe en 21 gramos? ¿Cuánto se pierde? ¿Cuánto se va con ellos? ¿Cuánto se gana? 21 gramos: el peso de cinco monedas de cinco centavos, el peso de un colibrí, de una chocolatina… ¿Cuánto pesan 21 gramos?.

La pregunta es realmente, en que invertimos esos 21 gramos durante 75 años (promedio) de espera a la muerte. Yo considero que la vida ciertamente son los nueve acogedores meses en el vientre, el resto es sólo el abrebocas de la muerte, en el que invertimos 21 gramos de vida para salir lo mejor librados posible de una muerte temprana, nefasta, catastrófica o miserable. Esa búsqueda constante de la vida, la acogedora vida del vientre, en ella ganamos 21 gramos de vida.

lunes, 20 de diciembre de 2010

TRIPASSSS!!!

si alguno disfruto de fight club (dirigida por david fincher) conozcan al genio creador de la historia. Chuck Palahniuk aquí nos deleita con este fragmento de Tripas. La leyenda dice que leerlo ocasiona nauseas y ganas de vomitar.jjj.


Tomen aire.

Tomen tanto aire como puedan. Esta historia debería durar el tiempo que logren retener el aliento, y después un poco más. Así que escuchen tan rápido como les sea posible.

Cuando tenía trece años, un amigo mío escuchó hablar del “pegging”. Esto es cuando a un tipo le meten un pito por el culo. Si se estimula la próstata lo suficientemente fuerte, el rumor dice que se logran explosivos orgasmos sin manos. A esa edad, este amigo es un pequeño maníaco sexual. Siempre está buscando una manera mejor de estar al palo. Se va a comprar una zanahoria y un poco de jalea para llevar a cabo una pequeña investigación personal. Después se imagina cómo se va a ver la situación en la caja del supermercado, la zanahoria solitaria y la jalea moviéndose sobre la cinta de goma. Todos los empleados en fila, observando. Todos viendo la gran noche que ha planeado.

Entonces mi amigo compra leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahorias. Y vaselina.

Como si se fuera a casa a meterse una tarta de zanahorias por el culo.

En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una contundente herramienta. La unta con grasa y se la mete en el culo. Entonces, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.

Entonces la madre del chico grita que es hora de la cena. Le dice que baje inmediatamente.

El se saca la zanahoria y entierra esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.

Después de la cena va a buscar la zanahoria, pero ya no está allí. Mientras cenaba, su madre juntó toda la ropa sucia para lavarla. De ninguna manera podía encontrar la zanahoria, cuidadosamente tallada con un cuchillo de su cocina, todavía brillante de lubricante y apestosa.

Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.

Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que usted está en una fiesta y alguien lo insulta. Bajo presión, con todos mirando, usted dice algo tonto. Pero cuando se va de la fiesta, cuando baja la escalera, entonces, la magia. A usted se le ocurre la frase perfecta que debería haber dicho. La perfecta réplica humillante. Ese es el espíritu de la escalera...



                     fight club. i am tyler durden...